viernes, 11 de diciembre de 2015

Contexto Histórico

Contexto Histórico


La antropología es una de las ciencias que más tardíamente se han desarrollado, porque tiene que considerar al hombre y su cultura en todo lugar y todo tiempo. No se tenía conocimiento de la gran parte de los pueblos y las culturas del mundo por lo que no se podía generar una teoría científica general sobre el hombre.
El desarrollo de la antropología no fue posible sino hasta la época de las exploraciones europeas cuando los eruditos se pusieron en contacto con diversos pueblos, sin embargo no se lograron establecer escalas de tiempo hasta que ciencias como la geología y la biología hicieron grandes avances.
Los primeros esfuerzos por desarrollar los estudios de antropología se vieron obstaculizados por la inadecuación de los datos debido a que muchos estudiosos de la antropología basaban sus escritos en informes fragmentados y a menudo tergiversados de comerciantes, exploradores y misioneros. Hasta mediados del siglo pasado los investigadores no visitaron los pueblos salvajes con el propósito de estudiarlos, si no con propósitos de colonización, expansión territorial y acumulación de riquezas.
La antropología nace en el siglo XIX y es básicamente anglosajona por el desarrollo que ha tenido en el mundo de habla inglesa, sin embargo “la antropología como ciencia, o al menos como campo de conocimiento, nace cuando una sociedad se pone en contacto, escribe y reflexiona sobre sociedades diferentes” (Marzal, 1998 p.10). El caso más notable tiene lugar cuando los españoles llegan al nuevo mundo y conquistan, colonizan y evangelizan a los pueblos indios.
La antropología empezó como la ciencia de la historia. El éxito del método científico llevó a los antropólogos del siglo XIX a pensar que los fenómenos socioculturales estaban gobernados por principios que podían descubrirse y enunciarse en forma de leyes. Con el paso de los años la teoría antropológica se volvió especulativa pues lo que más se necesitaba era la recopilación de datos empíricos y se llegaban a conclusiones sobe la naturaleza de la historia y la cultura. Los antropólogos escogían los acontecimientos diferentes e incomparables por lo que la antropología se volvió de carácter ideográfico (Harris, 2004, p. 1).
Manuel Marzal basándose en una reflexión sistemática sobre el funcionamiento y evolución de las sociedades diferentes considera que puede hablarse de tres etapas:
La primera etapa que se inicia a mitad del siglo XVI, corresponde al mundo colonial hispanoamericano, sobre todo de México y del Perú. Los españoles al enfrentarse a las culturas americanas y al tratar de transformarlas en lo político y lo religioso, hicieron muchos estudios descriptivos e históricos de dichas culturas y acumularon mucha reflexión teórica sobre la transformación de las mismas.

La segunda etapa se inicia en el último tercio del siglo XIX, cuando personas de distintas profesiones y nacionalidades hacen formulaciones sobre la evolución de la sociedad y de sus instituciones (la familia, el Estado, la propiedad o la religión); tales formulaciones cuyos ejemplos clásicos son La cultura primitiva (1871) de Edward B. Tylor y La sociedad antigua (1877) de Lewis H. Morgan, afirman la evolución unilineal de las sociedades y de sus instituciones, como una ley científica. Con el paso del tiempo el Evolucionismo cultural, cuya clave para explicar el desarrollo de las sociedades es la invención, se desprestigia por falta de pruebas; así entra en escena el Difusionismo cultural, cuya clave es la difusión o préstamo, que también formula generalizaciones con gran seguridad; pero, la falta de pruebas suficientes llevan al desprestigio al Difusionismo y a los estudiosos a cambiar la pregunta. Así estos ya no indagan como nacen y evolucionan las culturas, sino cómo funcionan y que significan. La olvidada pregunta evolucionista será retomada varias décadas después, pero entonces se habla de una evolución no unilineal, sino multilineal.
La tercera etapa con el tema del funcionamiento de las culturas, se inicia en el primer tercio de siglo XX cuando se institucionaliza la carrera de antropología en las universidades norteamericanas, inglesas y francesas. Entonces surgen escuelas nacionales: la antropología cultural de Franz Boas en Estados Unidos, la antropología social de Bronislaw Malinowski y Alfred Radcliffe-Brown en Inglaterra y la etnología de Marcel Mauss en Francia. La primera estudia la cultura como modo de ser y actuar propio del grupo; la segunda, la estructura social de los pueblos primitivos, como una rama de la sociología; y la tercera, también la estructura social, pero con una fuente de preocupación por temas más filosóficos de la vida social.
Los primeros estudios antropológicos, como los actuales eran complejos; la mira central de la antropología ha sido desde el principio incluir en sus estudios a todos los hombres y todas las culturas donde sea que se encuentren. La mayoría de los primeros tratados sobre las culturas humanas eran evolucionistas; sabios como Edward B. Tylor, Herbert Spencer y Lewis H. Morgan se interesaron principalmente en determinar cómo nuestras propias culturas han crecido y se han desarrollado a partir de sus comienzos “salvajes”, mientras que otros en la antropología física seguían el problema de la evolución biológica del hombre (Beals y Holier, 1981, p.17).
Las delimitaciones de la antropología siempre han sido problemáticas. A principios del siglo XX  Franz Boas estableció que el dominio del conocimiento de la antropología incluía la historia biológica de la humanidad, la lingüística de los pueblos sin escritura, la arqueología de los pueblos sin registro y la arqueología prehistórica y que son lo que actualmente se reconoce como los cuatro campos tradicionales de la disciplina americana. La antropología nunca ha estado delimitada realmente pues proviene de múltiples orígenes y es el resultado de varios procesos de fusión que parte de su relación con otras ciencias. Por ejemplo, “de la tradición de la historia natural surge tanto la antropología física como el trabajo de campo en la antropología social y cultural; de la tradición filológica surge la antropología lingüística, la antropología simbólica y la hermenéutica; de la tradición de la filosofía moral surge la antropología psicológica y social; de la tradición de la afición a las antigüedades surge la arqueología y el folklore” (Stocking, 2002, p.13).

El objetivo de la antropología ha variado dependiendo de la época y el lugar. En las primeras décadas del siglo diecinueve la antropología era completamente interdisciplinar tanto en su origen como en su constitución.

Uno de las primeras problemáticas que surgieron fue la distinción entre antropología y etnología. El termino antropología privilegia las diferencias entre los grupos que conforman la humanidad y  el termino etnología se refiere a las características genéricas de las especies humanas. En el siglo XIX fue usual la etnología que posteriormente, con el surgimiento de la revolución Darwiniana fue sustituida por la antropología característica de la tradición angloamericana en 1870.
Por otro lado surgieron cuestiones donde se planteaba la unidad o la diversidad humana. Los poligenistas argumentaban que las diferencias entre grupos humanos eran suficientes como para ser consideradas especies separadas y los monogenistas decían que esas diferencias surgieron a lo largo del tiempo a partir de un mismo origen humano; esta última fue la más aceptada y fue característica de la tradición angloamericana a finales del siglo XIX.
Lo que se planteaba inicialmente no era solo el origen o la historia de las razas sino que también el origen e historia de la especie humana. El evolucionismo establecido trataba no solo del desarrollo físico del hombre sino también de las distintas capacidades mentales como el lenguaje y los fenómenos sociales y mentales por lo que las evidencias de la raza, el lenguaje, la cultura y la arqueología eran relevantes para la solución de los principales problemas antropológicos.


Otra problemática era que la antropología se declaraba como el estudio de toda la humanidad, sin embargo, en la práctica tendía a limitarse principalmente a aquellos pueblos que eran conocidos como “primitivos” o “salvajes” considerados como inferiores.



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